Viaje inesperado por Michoacán: Nueva Italia, playa «las peñitas» y Uruapan

Tal y como mencioné hace algunos días, Ariel y yo nos fuimos en un repentino viaje hacia tierras michoacanas que realmente no teníamos contemplado hacer, pero que a final de cuentas fue muy placentero.

Todo comenzó con una inesperada llamada telefónica «más o menos de auxilio» de parte de un amigo, sobre la cual no ahondaré en detalles, pero que nos hizo decidir en muy poco tiempo partir hacia aquellas tierras, debiendo cancelar algunos compromisos y haciendo malabares para conseguir quién nos cuidara los conejos (sobre todo a Mavra, que estaba enferma y… ¡sobrevivió! :D) y viniera a dar de comer a las perras (afortunadamente el hamster no tiene esos problemas: le dejo suficiente comida y agua y puede durar días y días con su comida almacenada). Partimos muy temprano el miércoles con destino a Nueva Italia, Michoacán, que se encuentra a unos 65 km. al sur de Uruapan, en la carretera hacia Lázaro Cárdenas y el cual es un pueblo de tamaño mediano. Decidimos tomar la ruta más corta, rumbo a Toluca por las Lagunas de Zempoala que si bien es peligrosa, son pocos kilómetros aunque con un espantoso frío de camino (peor que el que ha hecho en Cuernavaca en los últimos días). De Toluca tomamos la autopista de occidente hacia Morelia, y de ahí enfilamos hacia Pátzcuaro para posteriormente tomar la carretera a Uruapan y finalmente a Nueva Italia. Recorrimos en total más de 500 kilómetros viajando por lugares con nombres tan extraños y parecidos entre sí como «Zirahuén», «Zurumucapío», «Ziracuaretiro» y «Zirimícuaro»; y no, no es un trabalenguas sino son los nombres de la cultura Purépecha (o «Tarasca», como le llamaron los españoles).

Como llegamos relativamente temprano (hicimos unas 6 horas de camino, gracias a la ruta obtenida en la SCT que recomiendo ampliamente, ve a la sección de «Carreteras» y posteriormente «Traza tu ruta») fuimos inmediatamente a un balneario llamado «El Pedregal», que se encuentra a unos 15 minutos de Nueva Italia. Fue muy gratificante poder nadar en agua tibia justo a finales de año, cuando por aquí en Cuernavaca hace frío (sí, ya sé que me he quejado mucho, pero… ¡tengo frío! :(). Estuvimos en el balneario hasta el atardecer conviviendo con amigos de Chucho. Después emprendimos el regreso hacia Nueva Italia. Como habíamos llegado sin un plan previo y sin anunciarlo, no quisimos importunar a la familia de Chucho por lo que decidimos hospedarnos por la primera noche en un hotelito ahí mismo, bautizado por mí como «la pulga roncona» (en realidad se llama «Cuatro Caminos») y aunque sabía que no podía esperar mucho de un hotel ahí la experiencia fue espantosa y realmente no se lo deseo a nadie. Huelga decir que la segunda noche tuvimos que hacer de lado la pena y aceptar la amable invitación de pernoctar en casa de sus papás.

Al siguiente día, jueves, fuimos ¡a la playa!. Ni siquiera nos imaginamos que estaríamos en la playa a tan sólo 2 días de que el año terminara, pero de Nueva Italia a la playa más cercana, llamada «Las peñitas» es tan sólo una hora y media de camino. Esta playa, prácticamente virgen, está situada justo en donde desemboca una vertiente del Río Balsas y que separa a los estados de Michoacán y Guerrero. Desde esa playa se puede ver a lo lejos el complejo industrial de Lázaro Cárdenas, Michocacán. Esta playa también se encuentra a pocos kilómetros de Ixtapa – Zihuatanejo, por lo que si alguien visita esos lugares puede escaparse un día a una tranquila playa sobre la cual también adoré algo: puedes meterte al mar y caminar metros y metros sin que el agua te cubra, por lo que es muy apropiada para niños o gente que, como yo, no sabe nadar :P. Calculo que entré unos 20 metros y seguía pisando suelo como si nada. La playa es muy limpia también, a diferencia de Acapulco, aunque de todas maneras es el Pacífico, lo cual me agradó mucho. Ahí comimos pescado y mariscos preparados con las especies que pescan ahí mismo. Un poco más tarde dimos un recorrido por la playa y encontramos muchas especies de animales (¡vivas!) con las cuales hicimos un peculiar coctel (que nadie se alarme: obviamente no nos lo comimos, sólo los recolectamos) de estrella de mar, esponjas, caracoles, almejas multicolores y otras. En algún lugar de la playa también había cientos de aves juntas: pelícanos, gaviotas, garzas y algunas otras a las cuales tomé fotos lo más cerca que pude, pero renegué de la vida por no tener una cámara con zoom para poder tomar buenas fotos. Después de una espectacular puesta de sol, por la noche debimos regresar a Nueva Italia.

Esa noche fue de parranda y aprovechamos un novedoso concepto en compras, que existe ahí y que jamás se me habría ocurrido: los «auto súper» (¿alguien se quiere robar la idea?) que son tiendas en las cuales entras en tu vehículo y compras lo que necesites, pero que se popularizaron porque ahí venden «micheladas» las cuales varían ligeramente en su preparación de lugar a lugar, pero que básicamente consisten en lo mismo: cerveza, limón, sal, salsa y a veces jugo de tomate. Es curioso que ahí a la policía no le importa (o se hacen de la vista gorda) que los conductores anden tomando y manejando al mismo tiempo, aunque según me cuentan el índice de accidentes es muy bajo. Qué cosas. La noche terminó con una espectacular borrachera bajo la protección del General Zapata (el monumento que se encuentra en «Cuatro Caminos») y que incluyó un repertorio musical desde «Sones michoacanos con tambora» hasta, para variar, Fangoria los cuales sonaron harto extraño en un lugar en donde seguramente pocos o nadie los conoce.

Al otro día, viernes, debíamos partir de regreso pero no nos dejaron ir sin probar una delicia que si bien no es típico de Michoacán, es tradicional de la mamá de Chucho: sus tortillas de harina exquisitamente preparadas las cuales fueron irresistibles y «debí» (nótese el imperativo) comerme varias. La hospitalidad de los señores fue excelente, son personas sencillas y agradables, tal y como me gusta la gente y por eso aprecio tanto a quienes son auténticos y no pretenciosos. Nos invitaron a regresar cuando quisiéramos y por supuesto que les tomaremos la palabra, pues la experiencia valió la pena y se antoja como para repetirla en «versión extendida» pronto.

Salimos casi al medio día de Nueva Italia, con rumbo a Uruapan pues debíamos aprovechar el recorrido para conocer un poco más del estado antes de regresar a Cuernavaca. Ahí visitamos el «Parque Nacional Barranca del Cupatitzio» el cual es el único parque nacional que se encuentra ubicado dentro de una ciudad y que tiene una impresionante riqueza en flora e hidrografía. Recorrimos el parque y conocimos el centro de Uruapan en donde también aprovechamos para comer.

Después de algunas horas emprendimos el camino de regreso el cual no tuvo mayores problemas excepto al tener que atravesar Morelia, pues perdimos la primera (y única, al parecer) salida al libramiento a la autopista de occidente gracias al prácticamente nulo señalamiento (muestran que está la salida… ¡en la salida! sin darte tiempo a tomar el carril adecuado) y lo cual hizo que atravesáramos por el centro de la ciudad en donde nos perdimos «un poco» y terminamos perdiendo más de una hora por ahí. A pesar de ser una lata que suceda eso, ese problema no es privativo tan sólo de Morelia, pues nos ha sucedido lo mismo en otras ciudades como Puebla o Toluca (no así en Cuernavaca, que tiene señalamientos perfectos :P) y realmente creo que los gobiernos de esos lugares deben pensar un poco más en los turistas que no conocen la ciudad y tan sólo deben pasar por ahí para llegar a su destino. Como ya era de noche decidimos no regresar por la peligrosa carretera Toluca-Zempoala-Cuernavaca así que nos vinimos via la Ciudad de México, la cual afortunadamente estaba prácticamente vacía a esa hora y que atravesamos sin problema.

Así terminó la aventura no planeada por las carreteras y tierras michoacanas. Creo que este viaje fue tan sólo «una pequeña probadita» de lo que el Estado de Michoacán tiene para ofrecer a los turistas, por lo que estoy seguro de que pronto iremos ahí otra vez para conocer más. No puedo evitar hacer este gastado chiste que casi todos los mexicanos conocemos, lo siento: «No fuimos a Europa ni a Italia, pero sí fuimos a Uruapan y a Nueva Italia» 😛 :lol:.

Tomé algunas fotos las cuales he puesto en la galería de fotos de este viaje. Hay tres páginas con las fotos.