Navidad Tropical II

Me encanta pasar la navidad en casa de mis papás porque es muy difícil que ahí haga frío en cualquier época del año, y la navidad no es la excepción. Más que frío o «fresco» se siente un poco de calor y es un alivio escapar por algunas horas al menos del clima de Cuernavaca en estas fechas. Al igual que el año pasado, decidí bautizar a esta navidad como «navidad tropical».

En esta ocasión fue un poco diferente, pues nos acompañaron los papás de Ariel a cenar, lo cual fue muy agradable. Anteriormente ya hemos tenido celebraciones importantes juntos (como la cena de año nuevo del año pasado) o de vez en cuando nos reunimos a comer pero nunca habíamos estado una navidad todos, y me gustó que así fuera.

Antes de irnos Ariel y yo anduvimos como locos buscando los regalos para los sobrinos (sí, ya sé, todo a última hora) en una ciudad que a estas fechas parece volverse loca pero que afortunadamente nos permitió encontrar todo lo que necesitábamos a último momento. Envolvimos los regalos y enfilamos rumbo a la casa de mis papás, en donde comimos y estuvimos jugando Game Cube con mi sobrino Alexei.

Un poco más tarde llegaron los papás de Ariel, después mi abuela, más tarde unos tíos junto con mi abuelo y al final Víctor, un amigo de mi hermano que vive en California y quien a menudo nos visita. Fue muy agradable estar en casa, debo admitirlo, y a pesar de mi desprecio por las fiestas que «deben» celebrarse la verdad que la pasé muy bien. Desafortunadamente los papás de Ariel debían regresar a Cuernavaca, así que no pernoctaron en casa de mis papás esa noche pero Ariel y yo sí.

Cuando amaneció, evidentemente el primero en despertarse fue mi sobrino Alexei quien abrió sus regalos presuroso. Al parecer «Santa» sí le cumplió lo que quería, pues además del Game Cube que obtuvo por adelantado hace un par de semanas, recibió la pista de carreras que tanto quería, además de un libro de historias de misterio y unos dinosaurios armables. Creo que entiendo el por qué vale la pena tanto alboroto cuando ves la cara de satisfacción y de ilusión de un niño quien ha recibido sus regalos soñados. Yo le ayudé a armar su pista de carreras (¡dios! ¡hacen eso más difícil qu la física cuántica!) y Ariel se puso a jugar un rato con él. Más tarde regresamos a Cuernavaca y un poco después fuimos a ver a mi sobrina Ana Sofía a quien por fin conocí, pues me moría de ganas de hacerlo desde que nació pero hasta la fecha no había tenido oportunidad de conocerla. De verdad es una bebé hermosa y se ve tan bonita así, pequeña, toda frágil e inocente. Estoy muy contento por ella.

Después de eso fuimos a comer con mis papás y al terminar Ariel y yo no sabíamos si ir al cine o regresarnos a casa; al final optamos por lo último y estuvimos toda la noche viendo la televisión, hasta hace un rato que dejamos de hacerlo. Oh, sí, es genial no tener que ir a trabajar mañana (¡tendré toda esta semana libre!) así que lo estoy aprovechando bien ;).

En general estoy muy contento de haber pasado estos días con la familia, creo que ha valido la pena y si bien es cierto que estas fiestas son la exaltación máxima de la mercadotecnia, al menos valen la pena para que la familia se reuna y se pase un rato agradable.

Tomé algunas fotos las cuales he puesto en mi pequeña galería de navidad (no están en la primera página, hay que ir a la segunda).