De regreso de Acapulco

Ya estoy otra vez en Cuernavaca y tengo sentimientos encontrados al respecto, porque por un lado estoy contento de estar en casa otra vez con la familiaridad de mi ciudad pero por otro lado extraño la playa, el calor y la fiesta contínua.

En esta ocasión no hubo ningún contratiempo mayor qué contar, por lo que sólo nos quedamos con experiencias buenas. Partimos el viernes después del medio día, y en unas dos horas y media ya estábamos allá. Nos hospedamos en el Hotel Fiesta Americana Condesa Acapulco el cual tiene algunos pros muy importantes, como la ubicación (está justo sobre la playa de «La Condesa», junto a la mayoría de los antros más populares de la Costera Miguel Alemán) y la inmejorable vista de Acapulco (todas las habitaciones tienen vista al mar), así como una de las piscinas más espectaculares de la región pero también tiene algunos contras como la calidad de las habitaciones que, si bien no es mala, no va acorde con el precio del hotel. En general los servicios ahí son caros; un claro ejemplo es el uso de Internet por hora en el «Centro de Negocios» que cuesta $70 pesos (unos 5,4 ¤) por hora. No, gracias, no tenía tanta necesidad de estar conectado :P. También tiene un gym al que, por supuesto, jamás asistimos (aunque teníamos la firme intención de hacerlo) y muchas otras comodidades más. La atención, eso sí, fue de lo más amable y la estancia en general agradable. Algo muy chistoso y raro del hotel es que no existen las habitaciones con el número 13, de la 12 se brincan a la 14. Tampoco existe el piso 13. ¿Qué onda con esa superstición? Se me hizo extravagante y tonto, aunque aparentemente esto es común en todos los hoteles y aviones del mundo. He estado en tantos y nunca lo había observado, ja.

El viernes, después de hacer el check in nos preparamos rápidamente para alcanzar el par de horas de sol que quedaban (por desgracia en esta época del año el sol se oculta a las seis de la tarde en Acapulco) y estuvimos un rato en la playa y nadando en la alberca. Más tarde salimos a comer/cenar y a dar la vuelta por la costera, para después regresar al hotel y salir de antro. Cabe mencionar que, por ser temporada baja, Acapulco estuvo prácticamente vacío de turistas durante nuestra estancia, excepto por el sábado y medio día del domingo. Por una parte es muy cómodo porque tienes los servicios para ti solo, pero por otro lado también se siente raro estar sin ver mucha compañía. Ese viernes fuimos a «Picante» y «Demas/Moons/Savage» y ambos antros estuvieron semivacíos, pero la pasamos relativamente bien y salimos de ahí alrededor de las cinco de la mañana. Ese día, por supuesto, comenzó la carrera alcohólica que no terminó sino hasta ayer :P.

El sábado nos levantamos lo más temprano posible para asolearnos y aprovechar la playa. Ese día sí hubo mucho más gente y fue un tanto incómodo estar en la alberca con tantos niños gritando por doquiera, pero nos tuvimos que aguantar. Habíamos acordado con Knar que nos conoceríamos ese día, por lo que le llamé por teléfono y quedamos de vernos por la tarde para ir a comer. Por supuesto, teníamos antojo de mariscos y el pobre de Knar anduvo preguntando con sus amigos en dónde podíamos comer rico, pues Ariel y yo tenemos mucho cuidado cuando de comer mariscos se trata. Llegó Knar al hotel y partimos después de un rato hacia El Amigo Miguel (el cual, definitivamente, se convertirá en una visita obligada para comer la próxima vez que vayamos allá) en donde me comí un suculento coctel de camarones y un filete de pescado. Estuvimos conversando un buen rato con Knar, quien es un chico realmente agradable y buena onda. Me aproveché de su inocencia (¡no de ese modo, no sean mal pensados! :P) albureándolo una y otra vez y el pobre ya no sabía ni qué onda :evil:. Después de la opípara comida fuimos a surtirnos de alcohol; yo con mi inseparable botella de Vodka (yummy!) y Ariel con sus martinis. Estuvimos en el hotel en donde pasamos otro rato agradable conversando con Knar. Éste se mantuvo fiel a su promesa de no revelar detalles sórdidos de mi comportamiento alcohólico, pues en una de esas (sí, Knar, lo diré, ya qué :P) me asomé a la habitación contigua desde el balcón dando rienda suelta a mi más puro instinto vouyeur para ver si veía algo… ¡y sí vi! Qué pena, prometo que sólo en vacaciones :P. Después de algunas horas Knar se tuvo que ir a su casa y Ariel y yo continuamos la pachanga. Knar puso su relato en su blog. Favor que me hace con el comentario que escribió ahí, jejeje. Ese mismo sábado volvimos a ir al antro y sí estuvo completamente lleno, «hasta la madre» como decimos los mexicanos y ese día salimos como a las 7 de la mañana de ahí.

El domingo tratamos de levantarnos «temprano» (o al menos lo más temprano posible) para hacer la acostumbrada rutina: a asolearnos, a la playa y a la alberca. Fue notorio cómo después de la una de la tarde la gente empezó a desaparecer para volver a dejar Acapulco semi vacío. Estuvimos todo el día asoleándonos y por la tarde, cuando ya nos dio hambre, fuimos a buscar nuestros alimentos. Terminamos en Galerías Diana Acapulco en donde aprovechamos también para ir al cine (¡no podía faltar! 😛 :D). De regreso al hotel seguimos tomando y un poco más tarde… ¡al antro otra vez! Aunque en esta ocasión nos regresamos temprano, realmente temprano, como a las 3 de la mañana.

Ayer lunes, otra vez el cuento de la playa y la alberca (¡eran vacaciones para no hacer NADA más que descansar!) aunque en esta ocasión se me ocurrió primero caminar y después trotar por la playa y avance que avance llegué hasta donde está el «Aurrerá» y el «Gigante» de la Costera, más allá del asta bandera. Creo que sería un buen ejercicio hacer eso frecuentemente. Después de bañarnos y vestirnos, fuimos a nuestra obligada visita al Sirocco, nuestro restaurante de paellas favorito en donde ambos nos comimos una suculenta paella. Realmente vale la pena visitarlo para comer ahí. Cuando intentábamos regresar al hotel nos encontramos con un tráfico endemoniado y es que estaba pasando la caravana navideña de Coca Cola por lo que tuvimos que esperar un buen rato. Ese día no salimos al antro (queríamos levantarnos «temprano» hoy para aprovechar lo último del sol) pero sí hubo alcohol y desvelada :P.

Hoy por la mañana nos levantamos, estuvimos un rato en la alberca (ya no bajamos hasta la playa), en donde pude comprobar qué tan bronceado quedé como lo demuestran las fotos, y después nos preparamos para hacer el check out y regresarnos después de comer :(. El viaje de regreso estuvo también muy tranquilo, sin nada de tráfico y en dos horas y media ya estábamos en casa. Como le comenté a Knar, todavía no nos íbamos y ya quería regresar otra vez, me gusta mucho Acapulco aunque ya esté deteriorado y sobreexplotado. Tiene la gran ventaja de estar muy cerca de Cuernavaca y en cualquier momento nos podemos escapar para allá. Gracias a todos por su paciencia de esperar a mi regreso :D.

Tomamos algunas fotos las cuales comparto en este enlace. ¿Cuándo iremos a Acapulco otra vez? ¡Espero que pronto! Mientras tanto, se acabaron las vacaciones y a partir de mañana debo regresar a la cruda realidad de la rutina del trabajo. Ni hablar, lo bailado nadie me lo quita ;).