Cuatro días en Las Vegas (o lo que es lo mismo: la sucursal del infierno)

Me fui para asistir al DEFCON 15 a Las Vegas el jueves de la semana pasada y regresé ayer lunes e independientemente de lo sucedido durante el evento, éstas son las peripecias de mi viaje.

Tenía ya años, muchos años que no iba a gringoria (ya saben que así le digo a los Estados Unidos) y mis propios ideales personales me impedían poner un pie en ese país mientras estuviera gobernado por el idiota que tienen como presidente y mientras más del 50% de la gente lo apoyara. La tentación pudo más y dejé de lado mis creencias y convicciones para venderlas por un evento que realmente me interesaba.

El vuelo que debí tomar para llegar a Las Vegas hacía una escala en Houston, Texas. Sí… ¡del otro lado del país! por lo que el viaje fue harto largo, penoso y cansado. Despegué de México a eso de las 11 de la mañana, llegando a Houston como a la una y cacho de la tarde. Tenía exactamente una hora para pasar todos los estúpidos trámites administrativos de inmigración y llegar al vuelo de conexión. La fila para pasar con el oficial migratorio no era larga y no tuve mayores problemas. No me preguntaron nada, excepto a dónde iba y eso fue todo. Eso sí, hubo una pausa dramática de unos 3 o 4 minutos mientras el amable oficial revisaba algo en su computadora… yo quiero pensar que unos 5 o 6 «terroristas» (ja) tienen mi nombre y quería verificar que no se tratara de mí, pero probablemente tan sólo aprovechó el tiempo para jugar Solitario o algo así :P. Como sea, pasé y recogí mi equipaje; entonces fue tiempo de pasar a la aduana. Para mi buena suerte (¡ajá!) me tocó que me pasaran al «cuarto de revisión exhaustiva» y ahí también la oficial que me atendió fue harto amable. Ella sí me hizo toda suerte de preguntas: a dónde iba, cuánto tiempo iba a estar ahí, cuánto dinero llevaba y un largo etcétera. Posteriormente procedió a revisar mi equipaje y después de hurgar entre mis calzones (limpios, claro :P) me dijo que podía pasar y que tuviera un buen viaje a Las Vegas :). Debo reconocer que mis prejuicios migratorios se vieron derrocados en ese momento pues fui atendido con amabilidad y cortesía :P. Después de la «documentación express» del equipaje hubo que pasar otra vez por «Homeland Security» para volver a abordar el avión a Las Vegas. Ahí te quitan hasta los zapatos (a todos, je) y te revisan para que no traigas bombas ni juguetitos de esos :P.

Abordé el avión a Las Vegas a tiempo, como a eso de las dos y algo de la tarde pero el vuelo sufrió un retraso inesperado de casi una hora debido al mal tiempo en el aeropuerto. Si a ese retraso sumamos las casi tres horas de vuelo hacia el destino pues fue ya fastidioso estar tanto tiempo en el avión. Aún así, a eso de las cuatro y algo de la tarde, hora de Las Vegas (que son dos horas menos que en la Ciudad de México y Houston) ya estaba en el aeropuerto en donde tuve un indicio de lo que serían los próximos días, aunque me negué a reconocerlo de inmediato: el clima es una especie de versión infernal del calor. No, no hace calor… ¡hace un calor endemoniado!. Un día estuvimos a eso de 43 ºC (unos 110 ºF) A LA SOMBRA, ¿imaginas lo que es eso?. Sólo la gente que vive en un desierto se puede imaginar y es que eso es Las Vegas: una ciudad en medio de un extenso, caluroso y seco desierto. De todas maneras me dije el primer día que sería optimista y que podría soportar el calor, pues lo prefiero al frío… ¡craso error!. No es verdad. No puedo soportar el calor extremo; no puedo soportar el casi no poder respirar «al aire libre» y en un lugar sin aire acondicionado, ni de día ni de noche. Me mentí, punto, y acepto mi error :P.

Después del melodramático rant anterior, continúo. Con quienes iba decidieron que salía mejor rentar un auto que andar en taxi en los «raros» (ajá) casos en que deseáramos dejar el hotel, por lo que procedimos a hacerlo y como no tenían el tipo de auto que íbamos a rentar originalmente («economy» o whatever) nos dieron un flamante Volvo (who-hoooo) con un invaluable GPS (:D) el cual nos guió en todo momento y resultó ser el mejor invento de la era moderna desde la máquina de palomitas de maíz :D. Fuimos a buscar algo de comer pues MORÍA de hambre (así, literalmente, casi me tiraba al suelo… ¡mentira!) y nuestra amiga «la de la voz» del GPS nos llevó hasta el iHop más cercano en donde pude ejercer lo que ya iba preparado para hacer: ¡comer como si fuera mi última voluntad! y es que era imposible resistirse a cualquier platillo del suculento menú, sobre todo con el hambre que traía.

Aquí quiero hacer un laaargo paréntesis: ya es bien sabido que los gringos se caracterizan por los excesos de diferentes tipos aunque tratándose de comida tienen un especial tino para hacerlo. Pues bien, Las Vegas es algo así como LA ciudad de los excesos en donde puedes dar rienda suelta a las pasiones más bajas y tener, en exceso, lo que te plazca: pagar miles o millones de dólares en una apuesta en un casino que de entrada casi sabes que vas a perder; traer uno de los lujosísimos autos que se ven por la calle; ser dueño (aunque sea por unas horas) de una flamante limousina en donde te puedes pasar por «el strip», ver las mujeres más bellas y hombres más guapos que se encuentren por ahí, mezclándose con la gente común y corriente; terminar tirado de borracho en la calle por haber tomado tanto pero sin gran remordimiento de conciencia realmente y bueno, cualquier cosa que se te pueda ocurrir. Así es lo que se ha llamado no pocas veces «Sin City» y la comida no es la excepción. ¡Oh, no!.

Después de la opípara comida/cena llegamos al «Riviera Hotel & Casino» que fue en donde nos hospedamos pues ahí mismo sería el DEFCON. Dista de ser la mejor opción de hospedaje ¡pero cómo me alegro de habernos quedado ahí!. El poder caminar de la habitación a las conferencias y eventos DENTRO, CON AIRE ACONDICIONADO fue una verdadera bendición. Si hubiera estado en otro lugar ni siquiera habría salido después del primer día debido al calor y al fastidio. Ese día por la noche me di a la tarea de conocer aunque sea una pequeña parte de lo que todo turista que visita Las Vegas debe conocer: los hoteles/casinos los cuales, todos, tienen un «tema» y que va relacionado con el nombre del hotel; por ejemplo: El «Venetian» está decorado todo acorde a Venecia, hasta con canales y góndolas dentro; el «Paris, Las Vegas» tiene una réplica en miniatura de la Tour Eiffel, el «Treasure Island» tiene un barco pirata y así con todos. Lo más bello de todo, según mi juicio, son las «fuentes danzarinas» del Hotel Bellagio, que bailan al ritmo de la canción que ponen una vez cada 15 minutos. Belleza, pura belleza. El recorrido fue harto ilustrativo también pero el salir del aire acondicionado para entrar al infierno terminó siendo tedioso y cansado. Aún así, pude ver las caras ora emocionadas, ora desilusionadas de la gente que apostaba en los casinos aunque resistí la tentación de hacerlo (por ese día).

El resto de los días (debo adelantar drásticamente mi relato por la premura del tiempo; lo siento) aproveché los momentos en los que no había alguna conferencia interesante en DEFCON o simplemente había tiempos muertos para visitar las tiendas de aparatos electrónicos y videojuegos las cuales me hacían auténticamente babear dados los precios de los productos… ¡en su gran mayoría la mitad de lo que pagas por ellos en México!. Aproveché para comprar varias cosas, sobre todo videojuegos (:P) y fui feliz consumiendo y comprando productos como cerdo capitalista :P. El último día, el domingo, que hubo más tiempo de visitar malls y outlets yo ya estaba tan cansado y fastidiado por el calor que ya no pude comprar casi nada. Entraba a una tienda, veía todo como una suerte de zombi, salía de ella y así continuaba hasta que las agoté todas, sin tener conciencia realmente de que era el último día en que estaba ahí y debía aprovechar para comprar, comprar, comprar… pues no, el espíritu consumista fue derrotado por el calor (y el sopor de la comida de ese día que fue acompañada por un par de copas repletas de vino, debo confesar).

El viaje de regreso estuvo relativamente «tranquilo» y sin contratiempos. Otra vez la conexión en Houston aunque en esta ocasión no hubo retrasos. Cuando llegué a México y Ariel me estaba esperando en el aeropuerto tuve esa sensación que siempre me acompaña cuando salgo de mi querido país: hay tantas cosas que no me gustan de aquí, ¡pero cómo lo extraño cuando no estoy!. Definitivamente como México no hay dos ;).

Dejo algunas fotos que tomé en este pequeño álbum de fotos. En esta ocasión reprimí «el síndrome del turista» y me dediqué a tomar tan sólo pocas fotos :P.

Las Vegas - agosto de 2007

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3 Respuestas

  1. Daniel dice:

    Que padre que ya estas en tu país. y que todo haya salido bien
    Cuidate saludos a Arielote

  2. PATOLUCAS57 dice:

    ¡Qué bueno que te la pasaste chido!

    Estás nominado a un meme, checa mi blo’

  3. bubu dice:

    Hey Alex!
    Pues que padre que la pasaste super por allá (sin contar lo del calor). Y la verdad tuviste suerte. Aunque a mi hasta ahora no me han pasado contratiempos mayores, si me han tocado filas inmensamente largas para pasar inmigración y una ocasión un oficial me confesó hasta que se cansó… pero bueno.

    Un abrazo!

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