Imoq es corrupto… ¡la policía del Gobierno del Distrito Federal también!

Qué novedad: soy humano, soy mexicano y a mis 30 años resulta que también soy corrupto. No lo presumo, no estoy contento de relatar lo que relataré a continuación pero al final explicaré el por qué escribo sobre esto. ¿Quién sabe? Tal vez algo bueno pueda salir para alguien al final. ¿Para mí? Pura vergüenza; yo ufanado toda la vida en que nunca había dado una «mordida» (alguna vez me habían multado ya y obviamente había pagado mi multa, como debe ser), ni compro piratería (ni películas, ni música), ni mato gente… ja, bueno, es que realmente no me siento orgulloso de lo que hice.

Empecemos por el principio: el martes pasado Ariel tuvo una emergencia médica, por lo que tuvo que tomar el carro e irse manejando a un hospital a la Ciudad de México. No, «emergencia médica» e «irse manejando a un hospital» no son mutuamente excluyentes como tal vez lo explicaré algún día. Como sea, después de que lo atendieron y todo ya no se sentía muy bien para seguir manejando y yo fui a recogerlo al hospital y manejé rumbo al depa, en la colonia Roma. Tomamos en algún momento Insurgentes y ahí íbamos muy tranquilos cuando en algún semáforo en rojo entre el Eje 10 y el Eje 8 sur se nos acerca un policía y nos pide que nos orillemos.

Me pidió mi licencia de conducir y la tarjeta de circulación del carro. Yo no entendía aún qué sucedía y le pregunté cuál era el problema. Justo en el instante en que me preguntó «¿sabe usted qué día es hoy, joven?» caí en cuenta de qué se trataba: era martes y las placas del carro terminan en 8, por lo que el programa de «Hoy no circula» aplicaba para el carro. Por supuesto, habíamos cometido una infracción (involuntaria, pero todos dicen que siempre lo son, ¿no?) y había que acatar el reglamento de tránsito de la ciudad. Me indicó que lo que procedía es que una grúa se llevara el carro a un depósito, en donde estaría 24 horas y lo podríamos recoger al siguiente día «como a esa hora» (¡diablos! como a las 8 de la noche, a esa hora ya deberíamos estar en Cuernavaca al siguiente día) pagando las respectivas multas, que ascenderían más o menos como a $1,200 pesos según nos dijo. ¿La verdad, la verdad? Yo no tengo idea de si en eso sale la multa, y no quiero investigar.

El «oficial» (sic) se me acercó (yo permanecí todo el tiempo dentro del auto, «orillado») como «para hacer plática» y me pregutó que por qué no nos acordábamos del «Hoy no circula». Le expliqué que Ariel (quien, por cierto, para ese entonces aún no se sentía genial) había tenido que venir de emergencia al hospital porque no se sentía bien y que nunca recordó sobre el programa «Hoy no circula» y le mostré un recibo de pago del hospital, en el que tenía la fecha y la hora en que lo atendieron. El «oficial» como que se iba y regresaba y nos decía cosas sin mucho sentido, como para continuar «haciendo plática». No soy estúpido y cualquier persona para esas alturas se puede imaginar que lo que él quería era que yo le ofreciera «una mordida», pero como lo dije al principio: nunca en mi vida lo he hecho y le dije a Ariel que a pesar de que él se sentía mal ni modo, no me sentía cómodo sobornando policías y que esperaba que la bendita grúa no tardara tanto para que ya nos pudiéramos ir.

Como el poli vio que de mí no saldría nada, ahí fue cuando hizo su grandiosa propuesta: «oiga joven… no lo queremos perjudicar, y si tienen que regresarse a Cuernavaca hoy pues le echamos la mano si quiere… mire, denos la mitad de lo que le saldría la multa y se puede ir». Sí, así, descaradamente nos pidió que le diéramos $600 pesos y «asunto arreglado». Algo que yo no había comentado es esto: cuando fui al hospital por Ariel traía menos de $100 pesos en efectivo y por las prisas no pasé al cajero para sacar más. Pagando el taxi y eso, me quedé tan sólo con algunas monedas. Ariel revisó su cartera: sólo tenía $120 pesos también y nada más. Obviamente en ese momento aún no consideraba pagarle los $600 pesos de «mordida» que me pidió, por lo que le dije que lo sentía pero no traíamos dinero.

El maldito policía corrupto seguía «dando vueltas», como yendo desde el carro hacia donde estaban sus compinches (porque no estaba solo) y regresaba… después nos hizo una segunda «oferta» (¡sí! como programa de concursos de televisión): nos dijo que «como una atención especial (¿por qué diablos tendría «atenciones especiales» hacia nosotros?) si queríamos le diéramos la cuarta parte de la multa nada más… es decir, $300 pesos y que «nos podíamos ir». Fue en ese momento en el que algo cambió dentro de mí y estuve dispuesto a dejar que mi código de ética personal y mis aparentemente inquebrantables valores morales de 30 años cedieran ante su propuesta, pues de pasar 24 horas esperando el vehículo, además de no poder llevar a Ariel al depa y amén de pagar cuatro veces más de multa de lo que me ofrecían pues… sonaba bien y le dije a Ariel (no sin un dejo de angustia) que si tuviera los $300 pesos en efectivo probablemente se los daría. No los traía y eso fue afortunado pues entonces no me vería obligado a dar «la mordida» y pagaría la multa normal. Obviamente no quería sacar el dinero del cajero automático porque entonces el poli corrupto querría los $600 pesos que había pedido originalmente, o quién sabe…

Como no teníamos en efectivo esos $300 pesos, le agradecí su «generosa oferta» pero le dije que no contábamos con el dinero en efectivo. Nos dijo que «le buscáramos» , «a ver cuánto juntábamos, que la grúa ya venía en camino»… sí, así, aparentemente al final de cuentas aceptan cualquier bicoca que les des y le dije que sinceramente sólo traíamos $100 pesos y algunas monedas. Al final «nos lo dejó» en $200 pesos, dijo que le juntáramos y entre los $120 que tenía Ariel, mis monedas y las monedas que guardamos en el carro sí completábamos $200 pesos… claro que tan sólo $120 en billetes y el resto en monedas de $10, $5 y hasta $2 y $1 pesos, como «el cochinito» de alcancía. Pues sí, para ese entonces mi dignidad ya andaba más abajo del suelo y le dije que estaba bien, que le daba sus $200 pesotes y que nos iríamos. Y así fue: cual broma cruel del destino, nosotros dos en la noche dándoles moneditas al maldito cerdo corrupto cuales niños le echan sus ahorros a un cochinito de alcancía, le juntamos sus $200 pesos y nos dijo que lo esperáramos un momento.

Regresó al cabo de algunos segundos y nos entregó un papelito «oficial» en donde anotó la fecha, el motivo de la «multa» («Hoy no circula»), el modelo del carro y las placas. Nos dijo que ese papel «era válido durante todo ese día», que «a donde fuéramos de la Ciudad de México si nos detenían sólo lo presentáramos y ya no habría problema». ¡CRIMEN ORGANIZADO! ¡CORRUPCIÓN ORGANIZADA EN LA CIUDAD DE MÉXICO!. Resulta que no es tan sólo la corrupción de un policía (o un grupito, si tomamos en cuenta que sus compinches estuvieron al tanto de todo) y la persona corrupta que acepta dar «la mordida» (en este caso yo) sino que TODOS Y CADA UNO DE LOS POLICÍAS DE TRÁNSITO DEL DISTRITO FEDERAL SON CORRUPTOS y están perfectamente organizados para que su cochina maquinaria de corrupción continúe rodando.

Me pregunté si sería cierto, si algún otro policía nos detenía el maravilloso papelito iba a hacer la magia de que nos pudiéramos ir sin más, pero obviamente no lo iba a averiguar por lo que continué manejando por Insurgentes hacia el norte… pasamos Eje 8 y me sentí más cerca de casa. Llegando a Eje 6 pensé que ya «la habíamos hecho» y antes de llegar a Eje 4… ¡nos detuvieron otra vez!. Se acercó otro policía (en Insurgentes hay policías en cada esquina) y yo, con toda la desfachatez del mundo, lo único que hice fue decirle «buenas noches, oficial» y mostrarle el papelito. Él dijo «¡ah! ¿ya los detuvieron? bueno, le aconsejo que no ande circulando hoy ya, porque lo van a molestar mucho». Yo le contesté «sí, muchas gracias, sólo vamos aquí adelante a la Col. Roma y ya». Y él muy amable me dijo «que tenga buenas noches, joven». ¡Así! ¡Sin más ni más! Lo que yo había pensado era realidad: no se trata de un pequeño grupo, ¡sino son todos!. No me imagino sus sesiones matutinas o semanales: «esta semana ganamos tantos miles de pesos «en mordidas, ¿nos lo repartimos?». ¿O es acaso el jefe de la policía quien recauda «las mordidas» y las reparte? ¿O cada quién se queda con la suya?. No lo sé ni lo quiero saber, pero se habla de un gobierno «honesto» y veo que no es así.

Como dije al principio: no estoy orgulloso de lo que hice. Lo crea quien lo crea (o no), a mis 30 años nunca había dado una mordida y yo siempre he tenido una postura muy firme y clara al respecto. Ni modo, me sucedió e hice algo que ayuda a hundir en el lodo un poco más a este ya jodido país y de lo cual no me siento nada contento, pero lo hecho, hecho está. Ya no puedo hacer nada al respecto, excepto tratar de continuar siendo un buen ciudadano y tratar de ver esto como una experiencia aislada, sin permitir que se convierta en algo cotidiano pues entonces sí voy a estar jodido de por vida. Eso es algo personal y yo mismo deberé cargar con mis propios demonios… pero la corrupción en la policía es una cosa diferente y ALGUIEN DEBE HACER ALGO AL RESPECTO. ¿O seguirán pasando sexenios, diferentes gobiernos y siempre será lo mismo?. Yo, sinceramente, espero que no, y que cada vez sean menos los ciudadanos corruptos (como yo) que alimenten la corrupción permitiendo ser sobornados por los policías corruptos.

Aquí dejo «el papelito» que me dieron por si me detenían. Borré el número de placas del carro para que no me molesten.