Acapulcazo

Este fin de semana «largo» (pues empezó el jueves por la noche) nos fuimos a Acapulco Chris, Ariel y yo con otros dos amigos (cuyo nombre debe permanecer en secreto, según petición explícita de uno de ellos ¡ja!). Fue un viaje corto pero placentero.

Tuvimos algunos contratiempos que no habíamos tenido ni siquiera en viajes mucho más largos que hemos hecho pero supongo que «ya nos tocaba». Lo malo de entrada, y lo que recuerdo:

  • Dos días antes de irnos le pusimos llantas nuevas al coche pero el jueves por la noche que lo sacamos a la autopista empezó a vibrar cuando llegaba a los 110 km/h o más, así que todo apuntaba a que estaba mal balanceado. Cuando se le hizo el cambio de llantas se balanceó pero aparentemente algo sucedió. Al otro día, viernes, teníamos planeado salir a las 8 de la mañana pero el taller lo abrían hasta las 9 y duraron más de 1 hora con el balanceo. ¿El resultado? En efecto, se supone que estaba muy mal balanceado, según esto, «le pusieron 50 plomos repartidos en las 4 llantas». Aparentemente los rines «deportivos» requieren de «plomos» (porque no son de Plomo, ¿o sí?) especiales y bla bla bla. Lo bueno es que a final de cuentas sí quedó bien y ya no vibra a ninguna velocidad.
  • Nunca en mi vida me habían multado por ninguna infracción de tránsito (de hecho, soy bastante respetuoso para manejar, en general) y realmente una falta que nunca he podido dejar de cometer es manejar a exceso de velocidad, sobre todo en las autopistas. En esta ocasión iba relativamente «moderado» (como a 170 km/h) respecto a como he manejado antes, pero de repente me encontré a una patrulla de la Policía Federal Preventiva y me indicó que me detuviera. Me puso una multa por manejar a exceso de velocidad, según su radar iba a 152 km/h en un tramo de velocidad máxima de 110 km/h (es que alcancé a frenar antes de que me detuviera pero no lo suficiente como para bajar hasta los 110 km/h). En fin, supongo que la multa me la tenía ya ganada desde hace mucho tiempo. He llegado a manejar hasta a 210 km/h, sobre todo en el sureste del país, rumbo a Cancún y nunca había sido detenido. Me retuvo mi licencia y tengo que ir a pagar la multa antes de 15 días para que me hagan un descuento del 50% (no tengo idea de en cuánto me vaya a salir la multa). Eso sí, debo confesar que el oficial se portó extremadamente amable conmigo y nunca intentó pedirme «mordida» ni mucho menos (y yo no se la habría dado, ni de chiste, en caso de que lo hubiera querido hacer). Me aconsejó que nunca viaje a más de 135 km/h en la autopista, pues hasta esa velocidad todavía no te detienen (a pesar del límite de 110 km/h) pero que arriba de ésa ya te ponen multa. Lo paso al costo ;).
  • Para variar, una desgracia más con el carro: Algún hijo de su censurada madre en el estacionamiento del hotel me rompió el faro delantero derecho :'(. ¿Lo peor? ¡Apenas en diciembre se lo habíamos puesto nuevo! Así que ahí estaré otra vez, teniendo que pagar casi $600 pesos por el maldito faro. ¿Qué onda con la gente que no sabe manejar? ¡Es un estacionamiento, por dios!. Obviamente se sacaron la responsabilidad con el letrero que tienen de «no nos hacemos responsables por daños al vehículo y bla bla bla». Bah, malditos…
  • Ariel perdió su cartera :(. Llevaba tarjetas de débito, sus identificaciones (IFE, licencia), membresía de Costco y varias cosas más. Reportamos como extraviadas las tarjetas inmediatamente y no hubo bronca, se repondrán. De lo otro, ni modo: a recuperar todo poco a poco. (La cartera es la que yo le había regalado en su cumpleaños :/.

Aparte de esos «pequeños» (jejeje) contratiempos todo estuvo genial. Llegamos el viernes al hotel Copacabana Acapulco, que si bien no es la gran cosa está relativamente cómodo y para el tiempo que estuvimos en la habitación, pues realmente no hay problema. Salimos a comer a un restaurante italiano que no recuerdo el nombre pero que estaba riquísimo. Me gustó todo lo que comí, y a los demás también quedaron complacidos. Si recuerdo el nombre después lo escribo, para recomendarlo. Después del restaurante fuimos a la playa del hotel y posteriormente a la alberca. Ya que se puso el sol nos dispusimos a ponernos en estado totalmente bruto, yo con una botella de Absolut Mandarin, Ariel con una de Martini dulce y Chris con una de Malibú. ¡Salud! Chris se terminó la suya (pero el Malibú es light), Ariel casi se termina la suya también y de la mía quedaron poco menos de 3 tragos. Sí, nos pusimos muy ebrios y por la noche nos fuimos al antro Demás/Savage que está como a 3 cuadras del hotel (caminando, claro está, ni loco que manejaba así). Estuvimos ahí hasta las 6 de la mañana y al hotel a dormir. Sólo por la agradable conversación que tuvimos en el balcón del hotel mientras tomábamos mientras veíamos la puesta del sol realmente valió la pena el viaje completo.

Al otro día, sábado, nos levantamos, fuimos a comer y de ahí a la Condesa en donde estuvimos el resto de la tarde. A pesar de ser temporada baja la playa estaba atascada pero al menos encontramos lugar. En algún momento un niño se nos acercó ofreciendo tatuajes temporales (de esos que se quitan en 3 días) y nos pusimos uno cada quién. Yo aquí estoy, luciendo orgullosamente el mío poco antes de irnos al antro. Esa noche volvimos a salir y regresamos amaneciendo, alrededor de las 7 de la mañana.

Ayer domingo sólo nos levantamos, fuimos a comer paella al restaurant Sirocco pues Ariel tenía ganas de paella y ahí hacen una paella deliciosa (¡totalmente recomendable!). Después de la larga comida emprendimos el viaje de regreso como a las 5 de la tarde y llegamos poco antes de las 8 de la noche, sin mayor novedad.

Como comenté, en general fueron unas pequeñas vacaciones agradables. Tomamos algunas fotos, como siempre, y ya están en la galería.

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