Sobreviví a mi primera semana en «el defe»

No lo puedo creer: ya es fin de semana y ya estoy en casita, en Cuernavaca, aunque mañana regresaré a la Ciudad de México a buscar en dónde vivir y eso, pero mientras tanto el sentimiento que tengo es insuperable: estoy feliz de finalmente estar de vuelta en casa.

Después del anecdótico primer día de trabajo, las cosas fueron agarrando poco a poco su rumbo. Me sentí un poco menos desesperado en algunos aspectos, a veces un poco más perdido en otros pero al menos ya no tengo una completa sensación de extrañeza con respecto a la ciudad, al trabajo y a mis actividades. Seguramente ayudó mucho que el miércoles fui a comer con Jorge (¡gracias!) y en la tarde fui al cine con Alfredo.

Ya he viajado en metrobús, trolebús, metro y camiones «normales», así que creo que me falta poco para conocer respecto al transporte público. Por supuesto, no es del todo agradable pero creo que al menos el metrobús no está «tan peor», es el que menos me ha disgustado. Me ha sido difícil poder calcular los tiempos de traslado y dos días entré en pánico porque pensé que se me iba a hacer tardísimo y terminé pagando taxis, sólo para darme cuenta de que realmente no era necesario hacerlo. También he caminado muchísimo, es increíble que te dan direcciones para tomar algún camión y caminas cuadras y más cuadras. Lo feo fue hoy pues empezó a llover por la tarde y caminé varias cuadras (como 10) mojándome. Ni modo :P.

En el trabajo las cosas ya pintan mejor que el primer día. No que hubiera ningún problema en específico pero sí me sentía abrumado por no tener control sobre muchas cosas. Aún no lo tengo del todo pero al menos ya están más definidas mis actividades y ya tengo (casi todo) lo que necesito para trabajar. Mi jefa es genial (y no, no le estoy «haciendo la barba» a nadie, ella ni va a leer esto); una mujer muy fuerte, inteligente, movida y sobre todas las cosas humana y comprensiva. Mi jefe inmediato es todo un geek a quien no podría admirar más; estoy seguro de que aprenderé mucho de él y es que es genial trabajar con alguien quien realmente sabe las cosas y no anda perdido en la luna. Por lo demás, ya empecé a conocer mejor a mis compañeros de trabajo de la oficina y hasta ahora todos me agradan y nos tratamos con respeto y camaradería.

He estado muy a gusto en casa de mi hermano Donald y mi cuñada Ana (junto con mis sobrinos Ana Sofía y Sebastián) pero también entiendo que deben tener su espacio como familia (amén de que el depa está muy chico) por lo que mañana iremos Ariel y yo a buscar en dónde voy a vivir allá. También va mi mamá (y posiblemente mi papá y mi hermano Fer el domingo) porque es cumpleaños de Dani, y así lo festejaremos todos en familia.

A ver cómo me va la siguiente semana. Estoy seguro de que las cosas irán pintando mejor con el transcurso de los días, pero me resulta muy difícil acostumbrarme a todo. Creo que a lo que nunca me acostumbraré es a estar lejos de Ariel (esta semana se enfermó, le dio fiebre y yo allá…), de Cuernavaca, de mis hijas, de mi vida acá… si tuviera opción me quedaría pero por ahora no la hay así que hay que aceptar la realidad como es.

Ni modo, ¡a echarle ganas! 🙂