Un día de estos voy a perder mi cabeza…

(¡Literalmente, si fuera posible!). Resulta que el domingo que vinieron mis papás y salimos a festejar el cumpleaños de mi hermano Dani (¡sapo verde eres túuuuuu!) desayunando en un restaurante en la Condesa, fui al baño y ahí olvidé mi man bag en la que cargo TODO, absolutamente TODO lo que te imagines, desde dinero en efectivo, credencial para votar, licencia, tarjeta de débito, de crédito, membresía de SAM’s, de Cinépolis, demás porquerías y normalmente mi teléfono móvil. Si la perdiera sería realmente un desastre pero voy que vuelo para allá. Regresé al baño como 15 minutos después, cuando algo me hizo clic en la cabeza y… ¡ahí estaba! milagrosamente, pues esta ciudad tiene fama por su inseguridad; al parecer no todo es así y felizmente no perdí nada.

Ayer lunes quedé de ver a Lalo por la tarde y como ya me cerraban la oficina (bien matado yo, quedándome hasta el final :P) salí corriendo, metí a mi mochila la laptop, mi cuaderno y el cargador. Mi teléfono móvil estaba en mi escritorio, por lo que también lo tomé y me lo metí a la bolsa. Cuando ya iba llegando caminando a Insurgentes para tomar el pejebujjj otra vez me hizo ese «clic» (¡ah, qué clic tan retardado!) y revisé y en efecto… había dejado mi man bag en un cajón de mi escritorio y ahí me encontraba, a media calle sin dinero (¡ni una moneda!), tarjetas… ¡nada! afortunadamente traía el teléfono móvil (con muy poco crédito, si acaso para un par de llamadas) y llamé a quien nombro oficialmente mi salvador: Jorge, pues somos casi «vecinos» de trabajo y ya me encontró y me prestó su tarjeta de pejebuuuujjjj y algo de efectivo para poder llegar a la cita con Lalo.

Cero y van dos, en dos días seguidos en esta ciudad. Ariel dice que tiene el mal presentimiento de que la voy a terminar perdiendo. Yo ya me prometí solemnemente no olvidarla otra vez en ningún lugar y bajo ninguna circunstancia… ¡ya veremos!.