Alzheimer y pendejadas (Actualizado)

No sé qué me sucedió el día de hoy pero entre correr y correr de plano no di una.

La mañana prometía ser bastante tranquila; me levanté a las seis y fuimos al gym. Llegué a la oficina poco antes de las nueve y empecé con los pendientes del día. A eso de las diez y media, más o menos, empezó el martirio: recibí una llamada telefónica de la cual no puedo revelar información pues se trata de algo laboral pero dicha llamada me tomó más de 40 minutos mientras tuve que investigar una gran cantidad de cosas en la red «en tiempo real» e ir pasando la información. Terminé de hablar y tenía que salir a hacer un trámite a otra dependencia y justo cuando iba a salir, las «razones de la llamada telefónica» me retuvieron en la oficina.

Finalmente pude salir, realicé el trámite, fui a un banco con una cola enorme y de ahí fui a otro banco con una cola no tan grande pero aproveché para sacar dinero del cajero saliendo de dicho banco. Mientras estaba sacando dinero, recibí otra vez una llamada al Nextel relacionada con el asunto que no puedo mencionar pero que era algo «urgente» supuestamente (¡y realmente era una pendejada!, lo juro) y pues yo atolondrado salí del cajero después de recoger mi dinero sin darme cuenta de un pequeño detalle: ¡había dejado mi tarjeta de débito dentro del cajero! Claro está, en ese momento no me di cuenta sino hasta poco después, como sigo contando. Llegué a la oficina, el famoso «asunto urgente» lo seguía atendiendo pero dicho asunto iba a tomar más tiempo y ya casi era la hora de comer. Me llamó Ariel; desde hace varios días se siente un poco mal de la presión, al parecer se le está bajando y pues le dije que mejor comiera algo porque no sabía a qué hora terminaría «el asunto».

Como vi que iba para largo, hablé con alguien aquí en la oficina para informarle que me iría a comer, que «el asunto» seguía realizando su proceso y que tardaría al menos una hora y media en terminar por lo que regresando de comer continuaría viéndolo. Esta persona me dijo que no había problema, que por la tarde podía quedar terminado así que corrí a la casa. Mientras iba de camino me di cuenta de que me había quitado el reloj (tengo esa costumbre pues no me gusta mucho usar reloj pero necesito conocer la hora) y lo había dejado «en algún lugar». Llamé a la oficina, lo buscaron y afortunadamente apareció. Me lo guardaron y ya me fui más tranquilo.

Llegando a mi casa me di cuenta de que no tenía mi tarjeta de débito. ¡DIABLOS! ¡La había dejado en el cajero, con el NIP introducido y lista con la pregunta de «¿Desea realizar otra operación?». Puesto que había sacado $1,000 pesos todavía quedaba la posibilidad de que alguien llegara y sacara otros $3,000 (pues el cajero te da $4,000 como máximo) y peor aún: que se llevaran la tarjeta y comparan algo en algún negocio, «vaciándomela». Ni presto ni perezoso cogí el teléfono, marqué el 01-800 del banco pero en ese momento recordé que tenía el número de teléfono de una ejecutiva de cuenta y mejor colgué y le llamé. No estaba ella, pero le expliqué la situación a su compañera de oficina y me dijo que era un suertudo, pues había encontrado alguien la tarjeta en el cajero y se las había entregado en la sucursal. «De seguro me la vaciaron y luego la entregaron», pensé dentro de mí; pero no: todavía hay gente honesta como pude comprobar al revisar mi saldo por Internet, pues no sacaron ni un peso.

Me senté a comer mientras platicaba con Ariel de que se estaba sientiendo algo mal cuando sonó otra vez el maldito Nextel, que me necesitaban en la oficina porque «el asunto» que era para más tarde resultó que era de urgencia para las cuatro de la tarde, y ya iban a ser las tres. Así que me tuve que regresar corriendo a la oficina, a medio comer, y pues evidentemente llegué y terminé todo lo que tenía que terminar, como siempre, pero no sin el coraje entripado de que primero me pidan una cosa y después sea por completo otra y encima de todo, que «la cosa» sea una soberana estupidez.

Siento ser tan críptico en mi mensaje, pero realmente necesitaba sacar este rant y no puedo revelar más información pues se trata de algo de trabajo y ese blog lo leen hasta compañeros de la oficina, así que prefiero mantenerme al margen de los problemas.

Hoy tuve suerte, no perdí ni mi tarjeta (ni dinero) ni mi reloj pero no sé qué me vaya a hacer perder más al rato este maldito Alzheimer.

Supongo que tan sólo necesito relajarme un poco, pero tengo trabajo pendiente así que continúo haciéndolo…

Actualización 23:06: Lo dicho; no doy una. Hace rato fuimos al súper y me compré un yogurth para beber Svelty de ciruela pasa. Ariel se compró uno de frambuesa. Él iba manejando; cuando si dio cuenta, yo ya me había tomado la mitad de su yougurth y yo realmente no reparé en que no me estaba tomando el mío sino el suyo, hasta que me lo hizo saber :-(.

Lo repito: no doy una, no doy una. Esto ya se está haciendo patológico.

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3 Respuestas

  1. Clef dice:

    Mi vido! tu día de perros. Pos ni modo, así pasa de vez en vez,pero no te enojes, ríete de tus pendejadas, funciona mejor 🙂 Yo lo hago (reirme de tus pendejadas 😛 eso es jaja). No te creas. Besitos.

  2. Imoq dice:

    Pues tú sabes que yo soy el primero en reírme de mis estupideces pero esto ya me está asustando.

    ¿Qué onda con mi vida? 😡

  3. www.imoqland.com dice:

    Article291.. Very nice 🙂

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