Casi un mes y aún hay altibajos

Ayer inició mi cuarta semana de vida y trabajo en la Ciudad de México. No lo puedo creer; unos días más y prácticamente cumpliré un mes de estar aquí y aún me rehúso a adaptarme del todo. Por supuesto, puedo culpar a muchas cosas y sobre todo a las circunstancias pero lo cierto es que muy probablemente sea yo el que simplemente se niega a dejar atrás la apacible vida en Cuernavaca.

La semana pasada no estuvo «tan pior» y en general la pasé muy bien. Cabe destacar que el miércoles salí con Alfredo al cine y después fuimos a un bar (¿se llamaba «Pride»? creo…) en La Condesa a festejar el cumpleaños de Ricardo. Ahí por poco me sentí como en casa, pues estaban obviamente Ricardo, Jorge, Alfredo y de repente empezaron a llegar personas de Cuernavaca, principalmente «conocidos» de vista solamente pero que de una u otra manera me hicieron pensar por un momento que me encontraba en mi entrañable ciudad. Fue una velada agradable, pero por supuesto que habría estado completa si tan sólo Ariel hubiera estado ahí. Aún con todo, fue el día en que mejor la pasé post labor.

De lo que no me puedo quejar (ni quiero, ni lo haré) es del trabajo pues cada día se me presentan nuevos retos y hasta el momento me han permitido ir resolviéndolos a mi ritmo y aprender un montón en el camino. Por supuesto, se han entregado resultados ya pero también he aprendido lo que no había hecho en muchos meses, tal vez años. Como que en algún momento de mi vida «me estanqué» con lo que sabía y que aplicaba (exitosamente, creo yo :P) pero aprendía más bien poco; ahora es todo lo contrario.

El fin de semana fue fabuloso. Siempre lo son, pues en cuanto tengo oportunidad huyo a Cuernavaca y me olvido de los días grises de esta bendita (maldita) ciudad. Ayer domingo fue cumpleaños de mi mamá (¡sapo verde eees ellaaaaaa!) y fuimos el sábado en familia a comer a casa de mis papás. Como siempre, fue una tarde agradable y no quería que se terminara: anhelaba poder detener el tiempo ahí mismo, en compañía de mis seres queridos pero evidentemente no sucedió.

El domingo se supone que debía regresar por la tarde a la ciudad pero por algunas circunstancias no se dio y fue afortunado el que me pudiera quedar unas horas más en Cuernavaca, aunque eso haya significado que hoy (bueno, ayer, dada la hora) me levantara muy temprano y tuviera que viajar directamente al trabajo.

Hoy tuve un día «diferente» al salir de trabajar, por decirlo de alguna manera. Puesto que no ha habido suerte con la búsqueda de lugar en dónde vivir (en parte eso, en parte que realmente no he buscado con ahínco) hoy decidí ir a ver dos lugares que rentan compartidos. El primer lugar me agradó «muncho harto»; es un depa amplio y con todo lo que yo necesito para vivir (¡hasta Internet inalámbrico de 2 mbps!) con posibles roommates con quienes creo que podría convivir sin ningún problema y todo bien. Sólo tiene un «pequeño» detalle… ¡está muy lejos de mi trabajo!. Yo trabajo a cuadra y media del WTC y el depa en cuestión está por Metro San Cosme. Quienes conozcan la ciudad (mucho mejor que yo la mayoría, de eso no hay duda) podrá decir si realmente está lejos o sólo fue mi impresión, pero por lo demás creo que es una opción plausible para vivir.

El segundo lugar al que fui fue espantoso. Bueno, no; el lugar (el depa en sí) de hecho está «bien» (a secas) pero llegar a él fue horrible, HORRIBLE. La calle en la que está es «Sur 73» y yo bien chicho pensé tan sólo ver en la Guía Roji cómo llegar hasta ahí. Se me hizo fácil tomar el Metro Chabacano y «por ahí salir» para dar con la calle… ¡pues no!. Salí del otro lado del Viaducto Tlalpan, pasé por debajo de unos puentes ESPANTOSOS, eran las 10 de la noche y estaba todo oscuro; había drogadictos y vagos (ja, bien prejuicioso yo, ¡pero ahí estaban!) y me metí a calle del terror. Cuando me di cuenta que evidentmente había errado mi camino (andaba por Eje 3 Sur e Isabel La Católica, donde quiera que eso se encuentre) llamé (¡por cobrar! a mi teléfono celular se le había acabado la pila) a Ariel para pedir que me ayudara a ubicarme, con su guía roji. Me desesperé, lloré (bien dramático yo) y pensé que moriría ahí mismo, pero no sucedió. Afortunadamente un poco después me pude comunicar con Mario, quien me enseñaría el depa y me dijo que regresara al Metro Chabacano (¡sí! ¡pasando por esos horrendos lugares otra vez!) y que saliera del otro lado del Viaducto. El maldito metro es todo un laberinto de salidas, finalmente di con la salida correcta y lo esperé afuera de un Vip’s que está por ahí (y que aparentemente nadie ha visto jamás en su vida, pues en el Metro pregunté repetidamente y nadie lo conocía). Para llegar al depa en cuestión aún debimos caminar muuuchas cuadras y aunque esa parte de la ciudad ya no daba (tanto) miedo, tampoco me agradó del todo la zona. En fin, vi el depa por compromiso y como mencioné anteriormente, sí es agradable por dentro pero sinceramente no creo mudarme a vivir ahí.

Desde hace algunas semanas Jorge y yo hemos buscado algún depa para rentar juntos cerca de nuestro trabajo (¡su oficina está muy cercana a la mía!) pero hasta la fecha no ha habido suerte. Habíamos encontrado una opción que se veía fabulosa (y por eso dejamos de buscar otras cosas) pero al final de cuentas, después de un par de semanas de hacer la solicitud y toda la cosa nos dijeron que se lo rentaron a alguien más. Las opciones que están «por la zona» están a precios prohibitivos y la búsqueda hasta ahora ha resultado ser más o menos un desastre. Es por eso que estoy buscando algún lugar compartido en dónde vivir «de a mientras», o no sé, supongo que si me gusta hasta podría quedarme ahí ya aunque realmente no sé y sólo lo sabré hasta que esté instalado en algún lugar.

No entiendo por qué últimamente como que no me da tiempo de hacer nada y a pesar de que siempre tengo un montón de «pendientes» en la cabeza, no logro concretarlos a final de cuentas. Tiempo no creo que me falte; hasta donde tengo entendido los días no se han hecho más cortos (aún) y sin embargo creo que ahora ya no puedo hacer casi nada de lo que me gusta, excepto ir al cine pero si dejara de hacer eso entonces perdería por completo una parte importantísima de mi vida (otra vez de dramático). Tengo (para variar) un montonal de correos qué contestar, uno que otro pendientes «de trabajo» qué realizar (no de mi trabajo actual, sino de trabajos y proyectos que tenía previamente), un MONTONAL (sí, con mayúsculas para que se note que son MUCHAS) de cosas qué escribir aquí en mi blog sobre un montón de temas (¡por favor! algo más variado que «películas» y «mi vida»), quisiera visitar a tantos amigos que tengo aquí en la ciudad (¡he visto a realmente pocos y una o dos veces cuando mucho!) y tantas y tantas cosas más. Yo le echo la culpa (¿siempre ando echando culpas?) a que aún no estoy «establecido» en algún lugar para vivir, pero no sé… espero que cuando lo esté no continúe esa situación porque realmente quisiera volver a encontrar mi tiempo para «vivir»… ¿dónde lo habré dejado?.

Estoy consciente de que escribí mucho pero necesitaba desahogar la frustración del día de hoy. En realidad las cosas no son tan horribles como las describo, pero cuando me altero así las veo, así las percibo. Sí, supongo que ya encontraré tiempo de hacer las cosas que me gustan y que he dejado de hacer últimamente (al menos entre semana; los fines de semana son otra cosa) y encontraré un «mentado» balance (Pepe dixit). No creo que sobreviva muchos días más, escribiendo pend^H^H^H^Hestupideces a las 2 de la mañana, en lugar de estar durmiendo para levantarme temprano e ir a trabajar.