¿Por qué uso software libre? (¡Tú también puedes hacerlo!)

Ésta es una pregunta que me han hecho en más de una ocasión y me gustaría responderla públicamente para que también me sirva como una referencia futura. Trataré de ser lo menos técnico posible en mi respuesta.

Antes que nada, la pregunta de rigor: ¿Qué es el software libre?. Para quien no lo sepa, tal y como se lo puede imaginar, se refiere a programas de computadora que pueden ser distribuidos libremente (por quien quiera hacerlo, y a quien así lo desee) de manera legal. Es un concepto un tanto «novedoso» (aunque en realidad lleva circulando casi tantos años como la «computación moderna») porque la mayoría de personas están acostumbradas a que el software que utilizan sus computadoras, llámese sistema operativo, suite de oficina, mensajeros instantáneos, manejadores de gráficos y muchos otros pertenecen a una compañía a quien se le paga licencia por el uso de dichos programas. A ésos se les llama software comercial o software propietario (o «privativo» como suele llamarle Stallman).

A menudo los usuarios no están conscientes de que los programas que usan en su computadora tienen un costo (¡altísimo, en la mayoría de las ocasiones!) asociado porque están usando software ilegalmente copiado, distribuido o instalado: el famoso «software pirata» como se le conoce comúnmente. Además de ser un problema ético quien usa y distribuye software ilegalmente puede meterse en líos serios con la justicia de su país, que pueden ir desde pagar multas hasta la cárcel. Como no es mi intención escribir al respecto, no ahondaré más en el tema y me enfocaré al software libre.

Es muy común que los angloparlantes confundan el software libre con el «software gratuito» porque la palabra en inglés («free») tiene ambos significados pero en español (castellano, pues :P) esa confusión no existe, aún así me gustaría recalcar que no todo el software libre es gratuito, aunque sí la gran mayoría de éste. Según el proyecto GNU, hay cuatro requisitos que hay que tomar en cuenta para que un software se considere como libre:

Por la razón de que el software libre requiere, entonces, acceso al código fuente, cualquier persona que tenga los conocimientos técnicos adecuados (o que simplemente lea la documentación con detenimiento) puede tener su propia versión del software, adaptarla para sus necesidades y sacarle el provecho que así lo requiera. Además, como mencioné anteriormente, de manera gratuita en la mayoría de los casos.

Es muy importante que no se confunda al software libre con el llamado «freeware» pues éste se refiere a programas que son gratis pero que el usuario no tiene acceso al código fuente y que tienen licencias que no son consideradas como software libre. En esta misma categoría, pero un poco peor, cae el llamado «shareware» que son programas que te permiten el uso de los mismos durante un tiempo y después los tienes que pagar, o que tienen limitaciones hasta que pagues el programa. Así como estos hay muchas otras variedades de software que podrían ser confundidos con software libre pero no lo son. Por eso es muy importante siempre leer la licencia del programa que se vaya a instalar antes de hacerlo.

Personalmente, desde 1994 en que tuve mi primer contacto consciente con el software libre lo empecé a usar, primeramente en estaciones de trabajo (workstations) tipo UNIX con sistema operativo AIX, un poco después, en 1996 en máquinas de escritorio con Slackware, una distribución de Linux (de lo que hablaré un poco más adelante) y a partir de entonces con servidores de Internet, habiendo cambiado poco después a Red Hat con el que trabajo hasta la fecha. Tengo años sin tener Windows ni ningún programa propietario instalado en mi computadora y lo cierto es que no los extraño.

La importancia que le daba al principio al software libre es que era gratis, por supuesto, y eso me gustaba mucho en un mundo en el que tenías que pagar por casi todo. Después fui dándome cuenta de otras ventajas, como el hecho de tener un desarrollo abierto que te permitía a ti mismo buscar y corregir errores en caso de que los hubiera y después pude comprobar lo valioso que es contar con toda una comunidad de personas que se dedican a buscar y corregir errores, además de ayudar a otros usuarios con problemas. Fue ahí cuando tomé consciencia de que el uso de software libre no se limita a aspectos técnicos, sino que es todo un movimiento e influencia social: un montón de gente ayudando a otros en la mayoría de los casos sin obtener nada a cambio más que conocimientos y la satisfacción de haber ayudado a un prójimo. Suena utópico pero no lo es; he estado inmerso en esta clase de comunidades desde hace más de 10 años y cada día aprendo algo nuevo de otros usuarios alrededor del mundo que seguramente nunca conoceré pero que sus conocimientos y ayuda me han permitido desarrollar mucho de mi trabajo y al mismo tiempo ayudar a otros.

Por otro lado, está el asunto de las licencias. Ese asunto incómodo del que siempre se arma una discusión cuando alguien intenta hablar. Lo cierto es que yo no me siento a gusto pagando miles y miles de pesos por programas que, muchas de las ocasiones, NO SIRVEN, no funcionan como yo quisiera que funcionaran y además no puedo hacer nada al respecto para mejorarlos. Los reportes a menudo no sirven de nada y pasan años para que se arreglen los problemas. Amén de las vulnerabilidades y «agujeros» que se encuentran cotidianamente y que tardan hasta que a la empresa que te vendió los programas se le ocurra arreglarlos. Sí, le pondré nombre y apellido a esos programas, concretamente me refiero al sistema operativo «Windows» de Microsoft y a su suite de oficina «Office», así como a su explorador de internet «Internet Explorer» y a todos los programas que los acompañan. Tampoco es opción para mí usar copias ilegales de los mismos porque como mencioné en párrafos anteriores, no es correcto ni ética ni legalmente y no me gusta sentirme mal ni meterme en líos.

Afortunadamente, para quien así lo desee, existen alternativas libres a (casi) todos los programas que un usuario necesita cotidianamente en su computadora, incluso si optan por continuar con su sistema operativo Windows de Microsoft. Si de navegar en Internet se trata, se puede usar el Firefox de Mozilla en lugar del nefasto Internet Explorer. Para tener un cliente de correo decente, igualmente existe el Thunderbird de Mozilla en lugar de los problemáticos «Outlook Express» o «Outlook». ¿Como suite de oficina? Existe el cada día mejor OpenOffice.org que incluye un procesador de textos, hoja de cálculo, programa para presentaciones, entre muchos otros y que no le pide nada al comercial «Microsoft Office», incluso tiene compatibilidad con los formatos de éste programa, por lo que se pueden abrir y guardar archivos del mismo, casi siempre con un mínimo de errores.

Si alguien quiere hacer páginas web pero no tiene dinero para pagar las costosas licencias de Dreamweaver, existe el NVU que lo mejoran día a día. Si estás harto de tener varios mensajeros instantáneos y/o quisieras tener más de una cuenta de cada mensajero (por ejemplo, tener dos o tres cuentas de MSN Messenger abiertas al mismo tiempo) existe el fabuloso GAIM que tiene soporte para MSN Messenger, ICQ, Yahoo Messenger, Jabber (Google Talk), IRC entre muchos otros.

Si quieres trabajar con gráficos con un programa del estilo de Photoshop, existe The Gimp o si lo que quieres son gráficos vectoriales al estilo Corel DRAW!, existe el Inkscape. La lista es larga y podría continuar por toda la noche, pero sólo intento ser ilustrativo de lo que se puede encontrar en el mundo del software libre. Hay una página, Alternativas Libres, que te puede ayudar a buscar alguna opción libre para el software que estés buscando.

He puesto (y actualizado) una sección de «Descargas» en el portal de Software Libre en Morelos, específicamente en este enlace en donde podrás encontrar los programas que he mencionado, así como algunos otros, garantizados por mí. También hay un sitio, cdlibre.org que te permite descargar varios CDs repletos de software libre.

Todos los programas que he listado anteriormente funcionan bajo el sistema operativo Windows de Microsoft, aunque la mayoría de éstos son adaptaciones pues «nativamente» no fueron programados para dicho sistema operativo, pues el mayor problema que he observado en la gente que se niega a usar software libre es que argumenta que «no le entiende a Linux» o «Linux está muy difícil» y «sólo saben usar Windows». Pues bien, mi idea es que si alguien empieza a migrar paulatinamente sus hábitos informáticos hacia programas libres, después de un tiempo ya ni le importará el sistema operativo que está usando, y si se encuentra con una alternativa más estable y sin tantos problemas de seguridad y estabilidad, seguramente migrará. No espero que la gente cambie sus hábitos drásticamente (a menos que viviéramos en una dictadura) por lo que el cambio debe ser gradual y consciente.

Una vez que las personas se sientan cómodos con dichos programas, se pueden aventurar a probar otros sistemas operativos para sus computadoras. Sugiero, para los principiantes, que descarguen o consigan una copia del Ubuntu Linux en su versión «Live CD», que es un disco con el que inicias tu máquina y puedes ver el funcionamiento de Linux sin que borres ninguna información que tengas guardada, sin instalar nada pues todo se ejecuta en la memoria RAM. Después se puede optar por instalar, pero primero se puede conocer el funcionamiento. Sugiero también, para los más intrépidos que quieran cortar de raíz su relación con Windows (¡respalden su información primero!) que instalen el Fedora Core, que es una distribución de Linux que cuenta con el respaldo de una compañía millonaria (Red Hat) que ha apoyado al software libre desde que nació. Probablemente quieras esperar un par de meses a que salga la versión 5 de Fedora Core.

Como se puede adivinar en el párrafo anterior, existen muchos «sabores» de Linux a los cuales se les conoce como «distribuciones», aunque las que mencioné pueden ser las más adecuadas para un principiante (esta opinión puede variar de persona a persona). Lo importante es que «Linux», el núcleo del sistema (o «kernel») y los programas que se instalan y se empaquetan en la distribución sean software libre.

Pues bien, las razones expuestas en varios párrafos anteriores son las que tengo para usar el software libre en lugar del propietario. Si algo de esto cobra sentido para ti y quieres aunque sea probar, te invito a que lo hagas. No tienes nada qué perder y probablemente sí mucho qué ganar: tu libertad informática.