Köln y CSD 2005

Estando en París, Patrick y yo habíamos hecho ya reservaciones para volar de París a Köln el sábado por la mañana, estar ahí durante la mañana para conocer la ciudad (que realmente es muy pequeña), por la tarde estar en el CSD (Christopher Street Day) y por la noche irnos a alguna fiesta, no dormir nada para a las 5 de la mañana tomar un taxi al aeropuerto pues teníamos un vuelo a las 7 de la mañana del domingo a Berlín; ahí dormiríamos durante el día y estaríamos hasta el martes por la noche, que regresaríamos a París. El plan era muy cansado aunque no descabellado (total, una desveladita nada más, jejeje) y el viernes por la noche, ya casi a punto de irnos a dormir para tomar el vuelo temprano, nos dimos cuenta de un pequeño detalle: La marcha (CSD) no era el sábado 2 de julio, sino el domingo 3 de julio y aunque en prácticamente todas las ciudades del mundo es en sábado, en Köln resultó que lo habían cambiado para hacer una gran fiesta desde el viernes, que remataría el domingo. Evidentemente queríamos estar en el CSD (¡por eso íbamos a Köln!) así que tuvimos que cambiar el vuelo de Köln a Berlín del domingo por la mañana al lunes, también a las 7 de la mañana. Eso supuso un problema extra: Debíamos buscar un lugar en dónde dormir en Köln la noche del sábado y del domingo, y puesto que es la fiesta más grande en Alemania prácticamente todos los hoteles estaban llenos :(. El pobre de Patrick se puso a buscar toda la noche, hasta que finalmente encontró una excelente oferta: Via Expedia pudo reservar una habitación en el Hotel Renaissance pero con una mejor tarifa que la normal del hotel y dadas las comodidades del mismo, pues la tomamos aunque no estuviera contemplado originalmente estar ahí dos noches.

Pasados los pequeños contratiempos salimos de París muy temprano rumbo al aeropuerto Charles de Gaulle y tomamos el vuelo hacia Köln, el cual transcurrió sin mayores novedades. En cuanto llegamos, el nerviosismo me invadió al hacer realmente consciente el hecho de que no sé nada de alemán, y que si bien en Madrid (duh!) ni en París había tenido mayores problemas con la comunicación, en Alemania -a menos que alguien hablara español o inglés- sería imposible comunicarme con los demás. El choque idiomático como se me ocurrió ponerle no se dio tan fuerte en Köln (aunque sí en Berlín, pero de eso escribiré en el siguiente relato) pues en la pequeña ciudad se respiraba un ambiente festivo y había muchísimos turistas de todas partes del mundo, dispuestos a participar en las grandes festividades que ahí se estaban llevando a cabo. Lo primero que me sorprendió de la pequeña ciudad fue el encontrarme conque en el aeropuerto había una estación de tren (lo cual no es sorprendente, claro está) pero a la cual accedías sin pasar por ningún control de boletos por ningún lugar. Es decir, tú debes llegar a unas máquinas (que requieren de un nivel experto de operación, dicho sea de psao) para comprar tus boletos, comprarlos y subirte al tren, sin que nadie realmente verifique que los hayas comprado y/o pagado hasta el destino al que ibas. Claro está, después volví a ver el mismo sistema en Berlín y en Suiza, pero era la primera vez que vi algo así e imaginé cómo sería si en México hubiera un sistema así: ¿todo el mundo compraría su boleto y se subiría al tren/metro? Desafortunadamente, lo dudo :(.

Algunos amigos me habían dicho, medio en broma, medio en serio, que lo único que había en Köln para ver era la majestuosa catedral gótica, que incluso podría decir que es más espectacular que la gran Notre Dame de París. Pues bien, probablemente no estaban tan alejados de la realidad, y es que la ciudad es pequeña, como ya lo había mencionado y la vida ahí se nota tranquila. Toda el área está constituida por varias ciudades que se han juntado en el transcurso de los años, incluyendo a Bonn (que era la capital de Alemania del Oeste, cuando dicho país estaba dividido) y a otras dos ciudades cuyo nombre he olvidado. Moríamos de hambre y de ganas de comernos unas buenas salchichas alemanas (¡sin albur! :P) así que nos apuramos a buscar por las calles algo sabroso de comer lo cual no fue difícil pues, a diferencia de París, en Alemania sí venden comida por doquiera en la calle, incluyendo las mencionadas salchichotas. Nos comimos una especie de hot dogs pero con el pan blanco, semiduro y muy pequeño con una tremenda salchicha saliéndole a los lados, como unos 15 centímetros de cada lado. Se deben ver las fotos para darse una idea de a qué me refiero. Caminamos un poco por la ciudad y después fuimos a disfrutar de las comodidades del hotel, que incluía alberca, jacuzzi, vapor (hammam), sauna y demás. Ahí conocimos a más personas que estaban hospedadas ahí y que también habían ido a Köln por el CSD (¡todo el mundo lo había hecho!) y pudimos conversar en inglés con algunas de ellas. Finalmente descansamos un poco de la intensa caminata y vida agitada de París. Por la tarde/noche salimos a buscar alguna de las múltiples fiestas; nos dijeron que por Rudolfplatz estaba el buen ambiente y ahí fuimos. A pesar de que por las calles habíamos percibido ambiente festivo por doquier, el llegar a Rudolfplatz fue impactante: cientos y cientos (¿o debería decir miles y miles?) de personas por la calle, aglutinadas y bebiendo cerveza o cualquier otra bebida alcohólica aquí y allá, cantando y conviviendo, ¡celebrando!. Era como si viera a la «Plazuela del Zacate» aquí en Cuernavaca, o incluso al Festival Cervantino en Guanajuato pero elevado a alguna cantidad exponencial de personas. Como pudimos nos acercamos a algún establecimiento que vendía bebidas y Frenchie y Ariel tomaron cerveza alemana, yo le dije «no, gracias» (no me gusta la cerveza, ni de aquí ni de China) y procedí a tomar mi bienamado Vodka.

Las horas transcurrieron, el alcohol seguía corriendo a raudales y la gente continuaba celebrando. Dieron casi las dos de la mañana y aunque no nos queríamos ir de ahí, también queríamos llegar a una fiesta de la cual nos hablaron y que teníamos ganas de asistir, así que de ahí partimos los tres, borrachos en un país desconocido, con un idioma desconocido (afortunadamente no para Patrick), a las dos de la mañana a buscar la mentada fiesta. Sin alargarme en detalles (que realmente podría hacerlo, jejeje) recuerdo vagamente que cometimos un delito en un país extranjero: nos subimos al metro para acercarnos al lugar a donde íbamos, pero ninguno de los tres compró los boletos así que tuvimos «viaje gratis». No me enorgullezco de decirlo ni mucho menos, pero dadas las circunstancias he tenido que confesarlo y dejarlo pasar. No lo habíamos hecho antes y no lo volvimos a hacer después. En algún momento bajamos del metro (estaba lleno también, a pesar de la hora) y continuamos buscando la fiesta. Atravesamos el famosísimo río Rhin, como a las dos y media, aún borrachos y con una vista nocturna espectacular de la obscurísima catedral gótica muy cerca del río. Olvidé tomar foto de eso, aunque ciertamente con esta cámara no habría salido más que negro, pero la imagen la tengo vívida en mi cabeza y es uno de los cuadros que no olvidaré de este viaje, pues me pareció irreal. Nunca encontramos la fiesta que estábamos buscando (ni siquiera teníamos la dirección, sólo referencias) pero caminando llegamos a donde había otra gran fiesta, una especie de antro bajo unos puentes que están junto a la catedral, por la estación de trenes. Tal vez era la fiesta equivocada, tal vez no… sólo diré que nunca en la vida había estado en una fiesta «de osos» y que ni en películas había visto semejante espectáculo. Salimos de ahí alrededor de las cinco de la mañana, para dormir un rato y prepararnos para el gran acontecimiento del día siguiente.

He olvidado mencionar que en Köln todo el mundo apoyaba el CSD. Tanto en tiendas departamentales como en cualquier otro comercio se veían mensajes de apoyo, banderitas multicolores y hasta promociones especiales por dicho día (si hasta en el hotel prolongaron la hora del desayuno precisamente por las festividades). Fue reconfortante ver a una sociedad mucho más abierta y comprensiva con la diversidad sexual, sin necesidad de estar pidiendo «permisos» o «perdones» por nada, sino apoyando incondicionalmente a toda la gente, iguales o diferentes. Muchas empresas patrocinaron el evento; ¿cuándo tendremos algo así en México?.

Cuando salimos del hotel la hora de la marcha ya había empezado y nos apuramos a llegar, como pudimos, hasta algún buen lugar para poder ver todo pero era imposible con las decenas de miles de personas por las calles; creo que nunca he estado entre tanta multitud, todos queriendo ver el desfile: abuelitos, padres de familia, muchos niños; todo el mundo unido a las festividades. Si bien mencioné que la «Marche Des Fiertés LGBT» en París era un evento hasta cierto punto sobrio, el CSD en Köln es todo lo contrario: un auténtico carnaval y gente disfrazada de todo y sin pedir casi nada a la vez; sin muchas organizaciones serias luchando por informar o gente luchando por ser reconocida. Era una fiesta, fiesta total y todo el mundo trataba de estar con el disfraz más extravagante posible. Las fotos hablan por ellas mismas, y aprovecho para hacer una advertencia a quien quiera verlas que pueden contener desnudos frontales tanto femeninos como masculinos, por si a alguien le molesta eso, así que la advertencia está hecha.

El desfile se prolongó por toda la tarde y se calcula que asistieron alrededor de 800,000 personas al mismo. Terminó en la catedral, otra vez, y de ahí a continuar las fiestas y celebraciones a lo largo de toda la ciudad, o en el área específica que se había designado en donde pusieron centeneras de puestecitos de alimentos, recuerdos, chucherías y demás. Ariel seguía tomando cerveza (me pregunto cuántas se habrá tomado en Alemania, jejeje) y no desaprovechábamos la oportunidad de comernos algo que se nos antojara. Encontramos una fiesta en donde estaban cantando en vivo; ahí nos quedamos un rato. Después fuimos a otra en donde había música tipo techno que, aunque no me gusta mucho, el ambiente estaba muy bueno y nos quedamos ahí por varias horas también. Tomé fotos y filmé pequeños vídeos para dar una idea de cómo era el ambiente ahí. En algún momento de la noche Frenchie se fue a dormir, pues estaba francamente cansado y teníamos que levantarnos a las 4 de la mañana para tomar el vuelo a Berlín. Ariel y yo continuamos en la fiesta y más tarde regresamos a Rudolfplatz en donde había aún más gente que el día anterior y en donde también vimos algo que nos sorprendió: un par de tipos decidieron desnudarse «just for fun» y así estaban en la calle, tomando desnudos ante miradas de curiosos. Después llegó otro tipo que también decidió hacer lo propio sin importar nada más que la diversión. Como buen turista, me tomé una foto con uno de ellos (¡todo el mundo lo hacía! jejeje era la novedad) y pudimos platicar con varias personas. De repente algunos me decían cosas en alemán y hasta sostenían conversaciones conmigo; claro está, yo sin entender ni una palabra; fue algo hilarante.

Era alrededor de la una de la mañana cuando Ariel y yo decidimos que sería bueno que durmiéramos al menos unas tres horas pues Berlín nos esperaba y no tendríamos oportunidad de descansar, así que con todo el dolor de nuestro corazón partimos hacia el hotel. Por la mañana, y con la emoción de conocer otra ciudad, ni siquiera teníamos sueño y ese día pude contemplar otro de los espectáculos naturales que jamás podré ver en México: el amanecer sobre el Rhin, cuando íbamos pasando en el tren hacia el aeropuerto, a las 5:20 de la mañana, con el sol ya asomándose en el horizonte). Ya en el aeropuerto, como a las 5:45, el sol estaba en lo alto, a unos 20º con respecto a la tierra, con unos reconfortantes y cálidos rayos en un «amanecer de madrugada» que jamás había contemplado en mi vida. Belleza, otra vez belleza.

Partimos de Köln, sin más, rumbo a Berlín, en donde nos esperaron otros dos días de aventuras emocionantes que relataré posteriormente ;).

Las fotos de Köln y el CSD (¡no olvidar lo que mencioné sobre los desnudos, en caso de que tu susceptibilidad no te permita verlos!):

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