¿La muerte del blogueo? (o… ¿el renacimiento de ImoqLand?)

Durante meses (sí: MESES) he tenido en mente externar, si no esto que estoy haciendo en este momento, al menos sí una reflexión que me ayude a encontrar la razón del por qué aparentemente perdí todo el ánimo (y ciertamente el hábito) de escribir y bloguear con la constancia y regularidad con que solía hacerlo. Es irónico pensar que, haciendo justamente lo que he dejado de hacer (escribiendo), pueda escudriñar en las aún inciertas razones sobre mi desaparición de la famosa blógsfera, pero aún así lo intentaré.

El título de este post lo elegí tras pensarlo un rato, y creo que a menos a manera personal me es adecuado. Es verdad que no he visitado los blogs que solía visitar regularmente hace no tanto tiempo desde hace ya algunos meses (coincidentemente, supongo, con la época en que dejé de escribir con regularidad) aunque también es verdad que tengo algunos de dichos blogs suscritos al «Google Reader» y que al menos una vez al mes les echo un ojito desde el iPhone. No es lo mismo; «no se siente igual»: no puedo (¿o no me dan ganas de hacerlo?) comentar en las entradas, y a menudo lo que leo lo termino olvidando después de un rato. Algunos muy excepcionales posts los he marcado con una «estrellita», lo cual supone que puedo revisarlos en algún momento del futuro y comentarlos, pero… ¿vale la pena después de tanto tiempo transcurrido?. Lo dudo.

Volviendo al asunto del título, mencionaba que lo elegí tras pensarlo un poco porque, a pesar de mi lejanía voluntaria con «la blógsfera«, lo poco que he podido ver me indica que las cosas definitiavmente ya no son iguales a como solían serlo. Recuerdo, hace no tanto tiempo; si acaso unos tres años, cómo estaban perfectamente definidos e identificados los «blogs populares», quienes eran (¿éramos? ;)) los famosos «blogstars» (al menos para ciertos nichos, por supuesto; jamás he pretendiendo invadir fronteras establecidas) y cuáles eran los blogs más visitados. La gente sabía que con regularidad había que visitar a x, y y z sitios porque siempre encontraría algo nuevo e interesante; además de que en aquel entonces aún no existía una cantidad incontable de propuestas y opciones.

Propuestas y opciones. Sí, eso es lo que me ha hecho preguntarme si realmente los blogs han avanzado tanto en su indiscutible popularidad -(ahora nadie se cuestiona ni se pregunta qué es un blog, para qué sirve; todo el mundo lo ha escuchado mencionar y muchas personas fuera del ámbito computacional comprenden su naturaleza)- que han llegado al punto en que son tantos y tan variados que ya dejaron de ser «la novedad» y no se toman en serio. Ya no existen los «blogs destacados» o «la persona que tiene un blog». Ahora es un denominador común. ¿Se pueden aún encontrar pepitas de oro entre el mar de lodo en que existen tantos millones de blog actuales?. No lo sé, y posiblemente ni me interesa averiguarlo. Sólo sé que, con la popularización y masificación de los blogs ahora es prácticamente una tarea imposible encontrar uno bueno; uno que lleve AÑOS tomado el interés de alguien y que aún siga actualizándose con propuestas frescas e interesantes; o al menos que se siga leyendo por morbo o por costumbre.

Posiblemente ya no se pueda brillar como el sol en un universo tan lleno de estrellas que el conjunto de la luz de todas ellas opaca a las que, otrora, fueran las más brillantes. No importa; mientras se puedan seguir identificando y nombrando aún continuarán existiendo… supongo.

Pero regreso a la tierra, regreso a ImoqLand y regreso al hecho de que, en efecto, lo abandoné (una y otra vez; cuando me dije y le dije a los demás que no lo haría) y ahora «como que tengo ganas» de retomarlo. Debo admitir que no es una promesa; ni siquiera mis deseos son una certeza y supongo que sabré lo que siento después de haber posteado esto y cuando pasen ciertos días para poder hacerme a la idea.

¿Funcionará la misma fórmula que me funcionó tan bien por allá por «los años dorados del blogueo» de 2005 a 2006?. Lo dudo, sinceramente, pero tal vez no soy una persona tan ingeniosa como otros puedan pensar, y tal vez necesito de repetir mis propias fórmulas (sean buenas o malas) porque finalmente es lo que soy y es lo que me define. O tal vez sí pueda cambiar, no lo sé.

Para que este sitio vuelva a ser lo que era (si eso es lo que realmente quisiera, que aún no sé si lo quiero) tendría que contar tantas cosas que no terminaría en muchos, muchos días de escritura ininterrumpida. Cosas concretas e importantes en mi vida como: lo que pienso, lo que creo, lo que me ha sucedido, mi relación, las personas (nuevas y quienes se han ido) importantísimas para mi vida, mi familia, mis amigos (o la falta de…).

También debería hablar sobre otras cosas que son importantes y cotidianas: mi trabajo, mis mascotas (la efímera existencia de Konstantin sobre este planeta, por ejemplo; o la llegada de Ronnie a nuestras vidas), mis pasatiempos (aunque a veces parezca que mi vida real sea un pasatiempo de mi vida virtual), el software libre que aún me apasiona, las cosas que he aprendido y todo lo que he dejado de aprender, el cine al que jamás podré abandonar pero que definitivamente no volveré a escribir reseñas de películas que veo, la música que me gusta (¡el concierto de Fangoria que se avecina!), los libros que he leido y que estoy leyendo, ¡tantas otras cosas!.

Por lo que he explicado anteriormente se me hace un tanto difícil volver a ese ambiente extraño que en algún momento me fue tan familiar como es el bloguear. Creo que una característica importante para hacerlo es que te sientas cómodo, que te salga «natural» y que no te importe compartir con el mundo una gran parte de ti, de manera directa (relatando experiencias) o de manera indirecta (dando tus puntos de vista y opiniones sobre algunas otras) y ahora no estoy tan seguro de que no me importe hacerlo. Aún trato de averiguar en dónde quedó el desenfado que me caracterizaba y en qué momento empecé a pensar, a razonar sobre las implicaciones de bloguear. No lo sé, aún no estoy seguro pero ahora sí creo que lo intentaré otra vez.

Ya veré qué sucede con ImoqLand en este nuevo mar -definitivamente con muchos más grados de inmensidad comparado con el mar en que navegaba ImoqLand hace varios años- y cómo me acomodo en esta nueva tendencia. Tendré que leer mucho, supongo, retomar hábitos y relaciones (sobre todo eso, que las he dejado perder, secar como a una planta sin agua) y pues… ver hacia dónde me llevan las agitadas olas de este nuevo y desconocido ambiente para mí, que solía ser tan familiar en algún momento del tiempo y me hacía sentir como pez en el agua. Así sea.

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5 Respuestas

  1. sagc. dice:

    un saludo !!!!
    a ver que día me enseñas sobre paginas webs !!!

  2. sagc. dice:

    un saludo !!!!
    a ver que día me enseñas sobre paginas webs !!!

  3. sagc. dice:

    un saludo !!!!
    a ver que día me enseñas sobre paginas webs !!!

  4. Luis dice:

    Como miembro del área de sistemas, debes saber que el cambio es inevitable y abrumador en ocasiones. Este texto melancólico y filosófico que redactas, refleja un poco de egolatría. Brinda la oportunidad a tus seguidores de continuar leyendóte o abre paso a quienes vienen detrás, es una humilde sugerencia. 😉

  5. sagc dice:

    Hola nuevamente !!! Hoy leí detenidamente tu entrada !! Yo pienso que todo llega a fastidiar. Tal vez esta actividad se volvió rutinaria. Ncecesitas a lo mejor un descanso prolongado y tal vez cuando regreses vuelvas con muchas ganas para darle otra vez al teclado. O simplemente encontraras otra manera de expresar tus ideas, actividades en otra forma !!!!

    Yo llevo un año con esto y me ha pasado por la mente también renunciar pero no lo dejo porque me entretiene un chingo. A lo mejor cuando encuentre otra actividad que reemplace esta, tal vez me retire pero mientras lo veo como un pasatiempo favorito !!!

    Un cordial saludo desde Cd. del Carmen !! 🙂

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