Fin de semana largo: visita de amigos y salida a nadar a Tlatenchi

Este «fin de semana largo» tuvimos casa llena :). Vinieron a visitarnos desde la Ciudad de México Diego, Jorge y Felipe, Víktor y Alfredo.

Diego llegó desde el viernes y Víktor y Alfredo llegaron el sábado «por la mañana» (en realidad fue más a la hora de la comida) y en cuanto lo hicieron fuimos a comer «al restaurante de pollos que está por una comercial mexicana» (citando a Eduardo Irabien), que en realidad se llama «Don Pollo». Después de la comida fuimos a la prácticamente ya extinta «Plaza Cuernavaca» por helados y posteriormente regresamos a casa. Estuvimos durante la tarde/noche viendo varios capítulos de la tercera temporada de Veinticuatro y esperando a que llegaran Jorge y Felipe. Justo cuando llegaron a eso de las diez de la noche, llegó también Ricardo pero sólo estuvo un rato en la casa porque tenía otras cosas qué hacer, pero quedamos de vernos más tarde en el antro.

Estuvimos tomando una bebida con Absolut Rasbperri que se inventó Víktor y que va más o menos así: hielo, una parte de Vodka Absolut Rasbperri, una parte de agua mineral, dos partes de jugo de arándano (cranberry) y el ingrediente especial: una fresa congelada. ¡Realmente deliciosa!. Pasado de la media noche nos fuimos al antro, en donde me divertí como pocas veces (es muy agradable estar con amigos que no ves frecuentemente) y salimos como a las 5 de la mañana, buscando una taquería porque Alfredo tenía hambre. Encontramos los «Tacos Orientales» abiertos a esa hora y ahí fuimos todos. Durante un momento me sentí partícipe de una extraña película musical, pues había una rocola tocando canciones y de repente empezamos en nuestra mesa a cantar, a voz en cuello, algunas de ellas. No recuerdo bien cuáles eran todas, pero sí me acuerdo perfectamente de que una de ellas fue «Ni tú ni nadie» de Alaska y Dinarama y mientras la cantábamos, se nos unieron personas desconocidas de otras mesas quienes también cantaron con nosotros a ritmos desentonados. Realmente me sentí dentro de la versión mexicana de «la boda de mi mejor amigo» cuando están en la escena de «I say a little prayer for you».

El sábado teníamos la idea de ir a alguno de las decenas de balnearios que hay en Morelos para nadar, pero nos levantamos ya algo tarde por lo que gran parte del día (¡y del sol!) ya se había consumido. Aún así, decidimos ir para aprovechar aunque sea algunas horas. A Jorge se le ocurrió la realmente genial idea de llamar por teléfono a un tío que tiene un amigo con una casa con alberca en un lugar llamado «Tlatenchi» hacia el sur del estado, muy cerca de Jojutla y que llegamos en unos 45 minutos por la «autopista del sol» hacia Acapulco.

Llegamos todavía a buena hora, un poco después de las dos de la tarde y lo primero que advertí fue la majestuosidad de la casa (también la rentan por fin de semana, por si alguien está interesado puede preguntarme ;)) justo en las afueras de Tlatenchi, con una vista hacia el campo y los cerros y una tranquilidad impresionante. Cuenta con un inmenso jardín en donde se encuentran prácticamente todas las variedades de palmeras (algunas ni las conocía) habidas y por haber. La alberca no es muy grande, pero sí muy estilizada, limpia y atractiva. Yo fui el único de los seis que no se metió a nadar porque le tengo fobia al agua fría, aunque todos dijeron que después de un rato no se sentía tan fría. Creo que tengo un buen pretexto para regresar en mayo, o en cualquier mes con calor y probar la alberca tan rica :).

Ahí mismo, Balam (espero escribir su nombre correctamente), quien trabaja cuidando la casa del amigo del tío de Jorge, nos preparó de comer una sabrosa cecina y carne enchilada las cuales acompañamos con tortillas y toda clase de merjurjes que acompañan a esta clase de comidas. Después de comer casi todos aprovecharon para tomar una siesta, algunos en los camastros y otros en el césped, aunque yo realmente no pude dormir pero aproveché para tomar algunas fotos. Cuando empezó a anochecer emprendimos el regreso a Cuernavaca, no sin antes prometerle a la imponente casa que regresaríamos un fin de semana completo.

Llegando aquí a Cuernavaca nos bañamos rápidamente y fuimos a Galerías Cuernavaca en donde me sucedió algo extrañísimo pero contado puede no sonar de esa manera. Creo que todos los que lo vieron pueden carcajearse sólo de recordarlo pero de todas maneras trataré de relatarlo: íbamos caminando por la plaza y de repente escuché un sonido estrepitoso (seguramente estaban cerrando un local o se reventó un globo, o qué sé yo) por lo que brinqué asustado (soy muy asustadizo). Iba junto a Ariel y justo en cuanto brinqué un tipo con los ojos saltones y la mirada de loco que iba con su presunta novia, se abrió paso entre Jorge y Felipe (¿o era entre Víktor y Alfredo? bueno, no lo sé de cierto) para acercarse a mí señalándome con el dedo y muerto de la risa diciendo: «lo vi jajajajaja» refiriéndose a que me vio brincar del susto. Nadie de nosotros supimos cómo reaccionar, los demás pensaron que el tipo me conocía y me estaba haciendo la broma pero realmente era un desconocido que le pareció peculiarmente gracioso el que alguien brincara del susto y no reparó en hacerlo saber en público. Un episodio realmente raro, jejeje.

Estando ya en la plaza fuimos al cine, pero eso lo relataré posteriormente. Tuve un fin de semana largo realmente divertido y me reí mucho en compañía de amigos a quienes aprecio y quiero.

Dejo algunas fotos que tomé en Tlatenchi en esta galería especial.